Queridos hermanos, hermanas, socios en la misión, amigos, amigas, bienhechores y familiares,
Hace unos días, estuve en Togo, para unirme a los cohermanos, hermanas y socios laicos para celebrar la llegada de nuestros primeros misioneros a las costas de ese país hace 130 años. Aunque la misión en Togo tuvo que cesar debido a la Primera Guerra Mundial, el envío de los primeros misioneros a Togo marcó un momento decisivo en la historia de nuestra Congregación. Fue un momento crucial en el que los Misioneros del Verbo Divino pusieron sus pies en el continente africano, lo que demuestra la determinación de San Arnoldo de cruzar las fronteras de Europa y llegar a los pueblos más allá de lo conocido.
Antes de enviar a los misioneros a Togo, el Fundador pasó largas horas de discernimiento en oración. Sí, se tomó su tiempo, ya que era un hombre contemplativo. Antes de fundar nuestra Congregación, promovió el Apostolado de la Oración en Alemania y en los países vecinos. La importancia de la oración para la misión se refleja en la fundación de la Siervas del Espíritu Santo de la Adoración Perpetua después de establecer las dos congregaciones misioneras activas. Invitó a otros a la contemplación ya que estaba convencido de que en «una época de la historia en la que el mal y la esperanza son simultáneamente tan grandes», necesitamos practicar la contemplación para obtener una orientación clara de nuestra vida, como individuo, como comunidad, como Iglesia y como familia humana. En los tiempos actuales, cuando las noticias falsas y la objetividad son tan difíciles de distinguir, nuestra búsqueda de la verdad debe estar guiada por las gracias de un discernimiento orante.
En este día de la fundación de nuestra Congregación, los y las invito a reflexionar sobre la contemplación como fuente de inspiración, fuerza y perseverancia en nuestra vida y misión intercultural. Para ser coherentes con la comprensión de que la misión es principalmente la misión de Dios, y sólo podemos hacer esto, si cultivamos la dimensión contemplativa de nuestra vida y misión. El P. Antonio Pernía, uno de nuestros Superiores Generales, nos recuerda la necesidad de la conversión del activismo a la contemplación en la misión. Se nos pide que no confiemos sólo en nosotros mismos, en nuestras ideas y en nuestro trabajo, sino que pongamos nuestra confianza en el Señor, que actúa de múltiples maneras. Participamos en la realización de los designios de Dios estando con la gente y permitiéndoles hacer cosas por sí mismos.
Me gustaría centrarme en tres aspectos de la contemplación que pueden beneficiarnos. El primero es entrar en contacto con nosotros mismos. La contemplación consiste en entrar en contacto o conectar con el yo. Nuestra apretada agenda puede llevarnos a una conexión superficial con nosotros mismos. Puede dar lugar a que no aceptemos nuestras debilidades y a que no utilicemos nuestros mejores puntos fuertes. El activismo, el estar absorbido por el trabajo, puede hacer que perdamos nuestra identidad, que no sepamos quiénes somos. Como resultado, al sentirnos agobiados y desgastados por dentro y por fuera, podemos huir de nosotros mismos. Por el contrario, la contemplación puede iniciar un viaje a uno mismo para volver al sentido más profundo de nuestro ser e identidad que, a su vez, puede reorientar nuestros esfuerzos misioneros.
En segundo lugar, la contemplación significa aprender a ver a los demás y al mundo con los ojos de Dios. ¿Cómo ve Dios el mundo? La mirada de Dios es honesta y respetuosa, que ve el conjunto y no se concentra en el lado negativo de una persona o del mundo. Aprender a mirar a los demás y al mundo con los ojos de Dios implica aprender a ver y reconocer las sombras y el sufrimiento en el mundo, la injusticia entre las personas y la explotación de la naturaleza. Con Dios también abrimos los ojos al potencial de mejora y transformación al reconocer y utilizar la buena voluntad, los dones y los recursos de las personas, independientemente de su origen.
Por último, la contemplación nos ayuda a responder a la pregunta: ¿qué quiere Dios que hagamos en nuestro contexto? Comprendiéndonos mejor a nosotros mismos y observando las luces y sombras de nuestro mundo, ¿cómo nos invita Dios a responder a la situación? ¿De qué manera podemos contribuir a mejorar nuestra comunidad, nuestra Congregación, la Iglesia y el mundo? ¿Qué tenemos que aceptar con humildad como parte de nuestras limitaciones como seres creados?
Estimados hermanos y hermanas,
El día de la fundación de la Congregación es un día importante para volver al núcleo del esfuerzo misionero de nuestro Fundador, San Arnoldo: su vida de oración y la dimensión contemplativa de su misión. Que la celebración del 147 th aniversario de nuestra Congregación nos sirva de inspiración para fortalecer nuestra vida de oración como individuo y como comunidad. Permanezcamos firmes dondequiera que estemos y sigamos comprometidos con nuestra misión.
Feliz Día de la Fundación a todos nosotros.
P. Budi Kleden, SVDSuperior Genera
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