Estimados cohermanos, Hermanas, Socios en la misión, Bienhechores, Parientes y Amigos:

La Pascua, siendo la fiesta más importante de la Iglesia, proclama el mensaje fundamental de la fe cristiana: que Dios es amor, es el Dios de la vida que nos da vida y nos llama a promoverla. No se trata de una especie de vida idealista y abstracta que no se puede experimentar en este mundo. Por el contrario, la vida creada y salvada por el Señor es la vida real, la vida que vivimos día a día, marcada por múltiples dificultades y problemas, pero no sin esperanza y experiencias de transformación.

La Pascua nos ilumina y nos orienta hacia una mejor visión de nuestra realidad. Ciertamente, nuestra vida no solo es oscuridad y llena de desesperación. La Pascua nos muestra que siempre hay una salida, que el Señor tiene el poder de abrirnos un nuevo camino, nos indica un camino diferente; que realmente existe una nueva realidad, y que no es sólo un mito. Con el Señor Resucitado, podemos pasar de la oscuridad a la luz, de la tumba a la resurrección, de la muerte a la vida. Sin embargo, tenemos que recorrer este camino, aceptando todo lo que la vida nos trae, sin negar ni rechazar el lado oscuro/incierto de nuestra realidad.

Me gustaría subrayar tres elementos fundamentales para nuestra vida iluminada por la Pascua. El primero es la confianza: la confianza en el Señor y en aquellos a quienes Él confía la responsabilidad de guiar a su pueblo. Es Él quien nos da la vida y, como nuestro Creador, conoce nuestras debilidades y vulnerabilidad. Esta confianza es el fundamento de nuestra esperanza en el Señor.

El segundo elemento es la perseverancia. La historia del Éxodo de los Israelitas es el símbolo de la Pascua. El Éxodo es el relato y la historia de la perseverancia del Señor y de su pueblo. «La Tierra Prometida» no puede ser alcanzada en un solo día; vivir en la libertad y la fraternidad requiere mucha paciencia. Para superar un período de crisis, ya sea personal o global como esta pandemia, hemos de perseverar. La perseverancia nos hace crecer en la fe y en las virtudes humanas; nos ayuda a reconocer tanto nuestras fortalezas como nuestras debilidades.

El tercero elemento es la compasión. La Pascua es la manifestación de la solidaridad y la compasión del Señor que participa y comparte con nosotros nuestra realidad humana. De esta solidaridad surge la luz de la esperanza. El Señor resucitado nunca se cansa de ser compasivo. Participamos de la vida de Jesús, y al experimentar su compasión, estamos llamados y empoderados para imitar su compasión en nuestra vida, especialmente hacia las personas que son víctimas de desastres naturales, conflictos y guerras como la actual guerra en Ucrania.

Oremos para que la celebración de la Pascua nos haga crecer en confianza, perseverancia y compasión.

¡Les deseo a todos una Feliz Pascua de la Resurrección!

 

P. Budi Kleden, SVD
Superior General

fuente : https://verbodivino.cl/2022/04/16/mensaje-de-pascua-de-resurreccion-del-superior-general-de-la-svd/